6. Geografía y delimitación de jurisdicciones

Comunicaciones terrestres

Las características geográficas de la Capitanía General de Venezuela propiciaron la formación de zonas geohistóricas, con facilidades de comunicación fluvial y marítima entre ellas y el centro de poder.

El dominio geopolítico desde las capitales constituye una característica determinante de los Estados preindustriales, para establecer los deslindes limítrofes entre unidades territoriales.

Otras esencialidades no fueron de menor consideración para las demarcaciones, pero nos limitaremos al hecho geográfico e hidrográfico.

Tanto la parte más alejada como contigua al núcleo político, debían ser mantenidas con igual rigidez bajo la soberanía estatal. Para ello, las distancias, la economía de medios, y eficacia de esfuerzos militares, resultaban fundamentales.

La Capitanía General de Venezuela era un espacio de escasa demografía. Para el momento de la independencia, la población venezolana estaba distribuida de la siguiente forma:

Tabla IV

Población venezolana (1814)

Provincia

Habitantes

Cumaná

10.000

Margarita

15.000

Guayana

55.000

Caracas y Coro

495.000

Maracaibo

56.000

Total

786.000

                              [1]

Tanto la Capitanía General de Venezuela, como el Virreinato de Nueva Granada, y el único poblado existente al este del río Esequibo, Kikojveralj, estaban aisladas entre sí por las vías terrestres. Veamos.

 

Kikojveralj - Angostura.

Los esclavos fugados de las colonias holandesas del Esequibo, Demerara y Berbice formaron comunidades tribales. Trataban con la nación caribe, que dominaban las selvas de Guayana y el sur de la provincia de Cumaná. Les suministraban armas en la medida de sus posibilidades, a cambio de protección;[2] igual práctica mantuvieron holandeses e ingleses. [3]

 

Maracaibo – Río Hacha.

Por el lado oeste de la Provincia de Maracaibo, la situación no era mejor. Poblada en su mayoría, por la insumisa nación guajira, mantuvo una abierta relación comercial con holandeses, ingleses y franceses. Los guajiros recibían armas y municiones que intercambiaban por cuero, palo de tinta, ganado en pie, entre otras.[4] Se mantuvieron en constante pie de guerra. No dudaron en enfrentar a los ejércitos y al resguardo terrestre,[5] con bajas de consideración en ambos bandos.[6] En algún momento, intentaron poner sitio a Maracaibo.  

El espacio comprendido entre cabo Chichivacoa y Río Hacha, formaba una especie de cuña que aislaba esta ciudad de la provincia de Maracaibo. A seis leguas al noroeste de Maracaibo encontramos las villas del Moján y Sinamaica, dominadas por los indios cocinas,  sus sementeras llegaban hasta el río Socuy, una de las zonas más fértiles de la árida península.

La ensenada del del saco de Maracaibo era habitado por la nación calabozo. Desde el lindero de cabo Chichivacoa seguían los puertos de Bahía Honda, Bahía Hondita, Portete, Jaroa, cabo de la Vela y Boronata, cerca de Río Hacha.[7]

 

Las vías terrestres

Si un viajero quería utilizar los caminos interprovinciales, los encontraría en pésimas condiciones. Por tal razón debía viajar en mulas antes que a caballo. Se hicieron algunos intentos para mejorar las vías entre Caracas y Valencia, entre otras.[8]

La distancia entre Maracaibo y Barinas era de cien leguas por tierra, y veinte por el lago. Desde esta última hasta Caracas, el itinerario tardaba quince días. Para ir desde Maracaibo a Mérida, había que atravesar treinta leguas por el lago y veinte por tierra; a la Grita, noventa y seis leguas; a Gibraltar, tres días de navegación.[9]

La ruta natural de la cuenca lacustre y fluvial que comunicaba las regiones de los Andes y parte del Virreinato de Santa Fe se hacía por los ríos  Táchira, Catatumbo y Limón,  conectando con el Lago y de allí, al golfo de Venezuela.

Atravesar los llanos, o el camino entre Caracas y Cumaná era peligroso.  Una nueva clase de salteadores de caminos se había dispersado por aquellas regiones. El contrabando de cueros era su principal distracción:

Gente ociosa y perjudicial, pues no se ocupa de otra cosa que en destrozar ganado, robándolo y extraer los caballos y mulas, hasta el número de cuatrocientos o quinientos en ocasiones para las colonias francesas.[10]

El reordenamiento territorial fue un aspecto importante, para reducir los extensos espacios que estaban bajo la jurisdicción de Maracaibo, Guayana y Santa Fe, acertada manera de ejercer un mejor dominio desde los centros de poder. La nueva Comandancia General de Barinas[11] y dos más que quedaron en proyecto, para el alto Orinoco y los llanos de Santa Fe, comprueba lo afirmado. La rebelión de los comuneros en Santa Fé, demostró que al nuclear los espacios a las capitales cercanas,[12] el apoyo del ejército a los lugares de interés era más rápido.[13]

El proyecto de la Comandancia Militar en el río Negro era importante para Guayana, una forma efectiva de frenar el avance portugués por el sur.  Un apostadero naval comenzó a levantarse entre el Esequibo y el Cuyuní, para el control terrestre y fluvial de aquella región, y para rechazar las invasiones intentadas desde las colonias de Surinam, Demarara y Berbice.[14] En 1791, el Consejo Universal  de Indias había aprobado la construcción de una casa fuerte entre los ríos Cuyuní y Curumo,[15] para luego,  fundar una villa de españoles.[16]



[1] José María Aurreocochea, “Memoria geográfico, económico, política del Departamento de Venezuela por… , 25 de julio de 1814” en Relaciones geográficas de Venezuela, recopilación,  estudio preliminar de Antonio Arellano Moreno, Caracas,  Italgráfica, 1964, p. 543. Depons, Viaje a la parte…,V. I, p. 75.

[2] AGI. Estado, 65–1. Al gobernador de Guayana, 4 de junio de 1790.

[3] AGS. Secretaría de Guerra, 7241- 56. El gobernador de Guayana a Don Antonio Valdés, 14 de octubre de 1790.

[4] AGI. Santa Fe, 1242. El gobernador de Santa Marta a Don José de Gálvez, 19 de enero de 1784.  El gobernador de Santa Marta al de Cartagena, 12 de enero de 1784.           

[5] AGI. Santa Fe, 384.  El fiscal del Consejo, 26 de julio de 1737.

[6] AGI. Santa Fe, 1242. El gobernador de Santa Marta a Don José de Gálvez, 19 de enero de 1784.

[7] AGI. Santa Fe, 1095. Don Miguel de León a Don Julián Arriaga, 30 de enero de 1774. AGI. Santa Fe, 1160. El Consejo de Indias, sobre los apresamientos de dos balandras holandesas, 20 de octubre de 1763. AGI. Santa Fe, 1095. El comandante de los Guardacostas de Cartagena a Julián de Arriaga, 2 de enero de 1768. AGI. Audiencia de Santa Fe, 1160. Autos obrados por el combate sostenido entre la embarcación de Cosme Zigarán y embarcaciones holandesas, 5 de julio de 1751.

[8]  Dolores Bonet de Sotillo, Vías de comunicación en la Venezuela Colonial. Caracas, se, 1971, pp. 2 –34.

[9] AGI. Caracas, 88. El gobernador de Caracas, 8 de febrero de 1785. AGS. Secretaría de Guerra, 7176 – 14. El Consejo a la vista de una carta del capitán general de Caracas, 14 de marzo de 1794.

[10]AGI. Caracas, 405. Don Lucas Ferrer de Mesa, vecino de Caracas y descendiente de conquistadores, 26 de noviembre de 1796. Unos veinte años atrás, este fenómeno había sido denunciado por el capitán de fragata Milhau. AGI. Caracas, 82. El gobernador de Caracas a Don Julián Arriaga, 28  de julio de 1773.

[11] AGI. Caracas, 527. La Junta de Real Hacienda de Caracas, 22 de marzo de 1795. AGI. Estado, 62–2. El gobernador de Caracas al marqués de Grimaldi, 10 de  septiembre de 1769.

[12] Los refuerzos a Santa Fe se podían hacer desde Coro hacia Trujillo, o desde Guaranao a la barra y de allí, a Encontrados o la Ceiba. Para invadirla, había que pasar por San Cristóbal y sortear los obstáculos naturales de los Callejones de Casse, que se bifurca a Tabernáculos y Pueblo Nuevo. AGI. Caracas, 88. El fiscal, referente a la representación del virrey Flores del 16 de agosto de 1776, 8 de febrero de 1785.

[13] AGI. Caracas, 88. El gobernador y el intendente de Caracas sobre la propuesta del Ayuntamiento de Barinas, 17  de octubre de 1785. AGS. Secretaría de Guerra, 7245–21. El virrey de Santa Fe a Don Manuel Álvarez, 19  de octubre de 1797. AGS. Secretaría de Guerra, 7176 – 14. El Consejo sobre la carta del gobernador de Venezuela exponiendo las propuestas de gobernador de Barinas, 14 de marzo de 1794.

[14]Durante la guerra de Independencia de los Estados Unidos, Francia había creado el cargo de “administrador de nuevas conquistas en Guayana”, lo que no dejaba de infundir el temor de otro frente de expansión, aunque al parecer, las relaciones de este funcionario con Caracas se redujeron a compra de carne y reclamo de negros fugados. AGI. Caracas, 286.  El fiscal, sobre expediente que remitió el embajador de Francia de 3 de febrero de 1783, 10 de julio de 1784.   

[15] El río Curumo es navegable durante la mayor parte del año en barcos menores, pero en creciente, puede albergar otros de muchísimo mayor calado, presenta la ventaja adicional de que usando esta ruta se ahorra los caminos alternados con raudales y caídas de agua que tiene por ejemplo el Yuruari.

[16] El gobernador recibió un recordatorio en 1794, pero los problemas no se limitaban a la infraestructura, sino a la falta de tropas adecuadas que debían atender más de quince puestos aislados y proteger a los capuchinos. AGS. Secretaría de Guerra, 7241–56. El Consejo al gobernador de Venezuela, 10 de noviembre de 1794. AGS. Secretaría de Guerra, 7241–56. Don Miguel Marmión al conde de Campo de Alanje, 25 de octubre de 1793. AGS. Secretaría de Guerra, 7238- 26. El Consejo al capitán general de Venezuela, 5  de agosto de 1791.