3. El utilitarismo y la doble moral

3.2. La prensa, el gobierno británico y el Sr. Watt: hipocrecía de intenciones

 

Una buena cantidad de periódicos y semanarios, algunos especializados en el negocio del oro y las finanzas, en Georgetown y Londres, se ocuparon del asunto: Money Market Review, Times, St. James Gazette, Mining Journal, The Truth, South American Journal, Financial News, entre otros.

Los artículos de manera invariable se referían a los mismos temas: el oro venezolano, las compañías mineras, las concesiones obtenidas, sus desventuras reales, exageradas o inventadas. Todos exigían resolver el problema de la delimitación entre Venezuela, y la colonia británica.

Las exageraciones sobre las posibilidades de las riquezas auríferas en el territorio esequibo, no se dirigieron hacia la zona en disputa, sino precisamente hacia las que venía explotando el gobierno venezolano desde 1850.

Podemos decir sin temor a equivocarnos, que constituye el antiguo Dorado, objeto de heroicas búsquedas, no sólo por parte de los conquistadores y exploradores del pasado, sino por ese brillante héroe, estadista y navegante, que fue Sir Walter Raleigh.

Un hombre, así está demostrado puede obtener con poco esfuerzo 40 libras de oro puro en un lapso no mayor de cuatro semanas. [1]

A continuación, haremos una lista de las frases más utilizadas en la prensa entre 1886 y 1894:

Tabla IV

Frases y mensajes más comunes de los periódicos de la época

1886-1894

Objeto de interés

Frases

Efecto

Especulación financiera

El Dorado

 

 

1.       Fascinación

2.       Sobredimensión de expectativas

El sueño de Walter Raleigh

Cuarzo dentro de oro

Oro en medio de las calles.

Éxito seguro

Abundante oro

Desprestigio del país

Farsante y ladronzuelo estado venezolano

 

 

1.       Sugestión.

2.       Compra a la baja.

3.       Afeamiento de la imagen del país

Una de las repúblicas de la peor reputación

Habitado principalmente por indios y mestizos

En esta república, la ley es el nombre de la extorsión organizada

Desprestigio de los gobernantes

Gobernante envidioso y de miras estrechas

 

 

1.       Criminalización del gobierno y gobernantes.

Dictador que no reconoce ninguna ley o derecho.

Ellos y sus secuaces roban hasta más no poder

El llamado Congreso

Guerra y delimitación

El asunto fronterizo entre Gran Bretaña y Venezuela nunca ha sido resuelto satisfactoriamente.

 

 

 

1.         Penalización del derecho internacional

2.         Apoyo público a las guerras coloniales

3.         Justificación del despojo territorial

Las autoridades coloniales y nuestro Ministerio de Relaciones exteriores deben revisar su geografía

 La región aurífera de Caratal se extiende sobre el territorio de cuatro naciones.

 

En la fiebre del oro desatada en Venezuela entre 1980 y 1994, vale decir 100 años después, rigió el mismo esquema de frases y mensajes que por todo objetivo tuvo, la especulación: El Dorado futuro… el dorado y Raleigh…oro visible en medio de los ríos… pistas de aterrizaje en oro…oro deslumbrante…muestras interesantes de oro, etc.

Del cuadro anterior podemos extraer una serie de constantes, que constituyen juicios predicativos de fines políticos:

1La prensa inglesa y colonial avivó la codicia por el oro de las minas de Caratal.

x1

 

X

 

2El uso de palabras asociadas a la leyenda del oro con fines especulativos.

x2

3El uso de las denominadas fuentes autorizadas, y la manipulación de datos para generar confianza.

x3

4La prensa en connivencia con inversores y hombres públicos para fines especulativos

x4

5El conflicto inducido entre Estados por el afeamiento recurrente del enemigo objetivo: instituciones, individualidades y  país en general.

x5

6La asociación entre un acto propio de los Estados (delimitación territorial), con la defensa de los intereses privados.

x6

 

 

Entendemos por X, que la campaña mediática actuó con fines de guerra por los recursos, de acuerdo con los judicativos x1, x2, x3, x4 , xy x6.

 

El gobierno británico

En la poco ética mezcla de problemas de Estado con las finanzas individuales, el gobierno británico nos da un ejemplo de arbitrariedad y descaro.

Por informes de geólogos enviados en 1866 a las riberas del Yuruari, el gobierno inglés tenía conocimiento de las posibilidades de aquellas apartadas regiones. 

Si algo se desprende de las reveladoras comunicaciones entre los funcionarios ingleses, es que estaban persuadidos de que carecían de títulos sobre aquellos territorios.

Las concesiones otorgadas por el gobierno venezolano aumentaron entre 1880 y 1887, esto aunado a los nuevos descubrimientos, y ciertos privilegios para la construcción de ferrocarriles, tuvieron un efecto tremendo en las acciones por venir.

Sin lugar a duda, lo que más motivó al gobierno británico para resolver a su favor cuanto se proponía, fueron las siguientes cifras comparativas de producción de oro:

 

Tabla V

Comparación de la producción de oro

Años

Yuruari

Guayana británica

1880-82

120.317 Oz.

_

1883-85

223.850 Oz.

406 Oz.

1886-88

127.556 Oz.

12.880 Oz.

[2]

 

Prescripción y prescripción adversa

El gobernador de la colonia de Guayana otorgó unos 1.157 permisos para la exploración y explotación de oro en los ríos Esequibo, Mazeroni, Potaro, Puruni, Cuyuní y Pomerón en 1887. 

Estas concesiones servirían muy bien para formar un expediente con el censo de los súbditos ingleses, que trabajaban en las minas del Yuruari, y dentro del territorio en disputa, como recurso legal, que permitiera actuar eventualmente con la excusa de proteger a ciudadanos británicos. Efectivamente, en las minas venezolanas trabajaban una buena cantidad de inmigrantes, procedentes de las colonias inglesas del Caribe y del Demerara, esta población no era tan numerosa como hacía ver la prensa.

El censo de la región de Yuruari en 1881 era de 9.403 personas, distribuidos entre los centros mineros del Callao y Nueva Providencia. La sección Guayana, que incluía el Delta del Orinoco, había aumentado la población de 34.053 habitantes a 50. 950 en 1881, de los cuales 3.012 eran extranjeros, 2.116 provenían de las colonias inglesas de Jamaica, Trinidad, Demerara, entre otras; unos 322 eran franceses de origen corso y antillanos. A esto se suman, los 4.000 mineros que afanosos, exploraban el territorio esequibo.

Estas iniciativas del gobernador de la Guayana inglesa, además de las reformas de la Court of Policy, para ampliar la jurisdicción al oeste del río Esequibo, se inscriben dentro de figuras del derecho privado, utilizado por el sistema jurídico anglosajón, como son la prescripción y la prescripción adversa, que a nuestra manera de entender, y saliéndonos de las definiciones académicas, es el perfeccionamiento de un título imperfecto nacido de actos abiertamente delictivos, toda vez que no cumplen los supuestos que le regulan: títulos y buena fe.


Watt vuelve por sus fueros

El caos creado por la agitación permanente, y la presión para una acción bélica en tierras venezolanas, rindió beneficios. En 1886, Watt obtuvo del gobierno colonial, una concesión de 20.000 millas cuadradas al oeste del río Amacuro, tal vez una de las más grandes entregadas hasta ese momento.

Aquellas inmensidades no colmaron las expectativas de fabulosas ganancias que, sobre el territorio en disputa, hacían ver las noticias salidas desde Georgetown y Londres. Pero, sus concesiones limitaban con los filones venezolanos en plena explotación.

 

La hipocresía de intenciones

Romper relaciones con un imperio como Gran Bretaña, denunciar con la voz rota y el rostro enrojecido por la impotencia, atropellos y despojos, ante una sociedad a la que se le hecho creer, que es víctima de una conspiración internacional, y mantener por debajo de la mesa, provechosas relaciones comerciales con el agresor, resulta imperdonable.

La ruptura de relaciones entre Venezuela y la Gran Bretaña se hizo efectiva el 20 de octubre de 1887. Los negocios mineros se mantuvieron al mismo ritmo, a pesar del discurso oficial de rechazo a los invasores, y las múltiples manifestaciones anti – británicas que el gobierno organizó a lo largo y ancho del país.

En tan complicado escenario, Watt obtuvo otra concesión del Estado venezolano en 1888, en la confluencia del Venamo con el Cuyuní, con la que formó la compañía British Guayana Land Exploration Syndicate.

O el gobierno venezolano era estúpido, o estaba formado por prevaricadores de oficio, porque la nueva concesión de Watt se ubicaba precisamente en la zona de conflicto, circunstancia que fue aprovechada para ofrecerla al gobernador de la colonia de la Guayana británica, como base para futuras operaciones militares sobre la región del Yuruari.

Las cartas enviadas por el gobernador de la Guayana inglesa al ministro de colonias, en octubre de 1889, y el ofrecimiento por escrito de Watt para tales fines, nos corrobora este aserto.

Watt sostendría varias reuniones con el primer ministro Lord Salisbury, como la del 23 de febrero de 1888, en ésta y en varias cartas dirigidas al mismo destinatario, y a otros miembros del gabinete de gobierno, insistía en ocupar la zona en cuestión. Hombres del negocio minero como Walter Torms, se hacían eco de tales propuestas, otra forma de presión sobre el gobierno.

En abril de 1887, encontramos a Watt en el Exeter Hall de Londres, dando una conferencia en la que llamaba al gobierno, a tomar medidas para no perder el dinero invertido por ciudadanos ingleses que, según sus cálculos, rondaban los 4,5 millones de libras esterlinas.

Decía temer que Gran Bretaña fuera despojada de ese hermoso y amable valle de Yuruari. Pero fue a más, asegurando que la población británica era objeto de constantes ataques por parte de los ladrones venezolanos o arrestados por funcionarios gubernamentales a fin de extorsionarlospor lo tanto apelo a vuestra ayuda para romper las cadenas que sujetan a nuestros compatriotas.

La desinformación esparcida por Watt sobre las minas de la concesión de Chile, la hacían comparable a las del Callao, Callo Bis, Potosí entre otras, motivo de que inversores tan agarrados de los bolsillos, como los franceses, cedieran, por lo que recomendaba invertir, a pesar de los pocos dividendos.

En coherencia con esas ideas, la propuesta del gobernador de la Guayana inglesa al ministro de las colonias del 7 de julio de 1888, hace que todas las piezas encajen en este sórdido sainete:

Tal como lo entiendo los límites de nuestro reclamo ni están fijados ni hay evidencia suficiente que lo sostenga. Por lo tanto, me pareció esencial emitir una proclama que pública y formalmente, estableciera que el reclamo de nuestro gobierno iba más allá de la línea Schomburgk, y así rechazar autoritariamente, la pretensión del gobierno venezolano. [3]

 

De las anteriores circunstancias. podemos determinar lo siguiente:

 

1La prensa, el sector minero y el grupo político con intereses en las minas venezolanas, y en las exploraciones hechas en la colonia inglesa de Guayana, presionaron a su gobierno para que tomara medidas políticas y militares a favor de sus intereses.

y1

 

Y

 

 

2Las acciones del gobierno británico sobre la Guayana esequiba estuvieron definitivamente influenciadas por los grupos de presión, a través de la prensa que ejercía de portavoz de la llamada opinión pública.

Y2

 

Entendemos por Y, que la prensa, el sector minero y funcionarios británicos mezclados en el negocio de Guayana, presionaron con éxito al gobierno británico para que tomara las medidas coercitivas, que en efecto, ejecutó, de acuerdo con los judicativos y1, y2..

Y así llegamos a la máxima aspiración presentada por el gobierno británico, y a las consecuencias que aún padecemos.


[1] Times, “Oro en Suramérica”, 9 de junio de 1879, en   Almécija Bermúdez, La estrategia imperial británica…,pp.  124-125.

[2]Datos tomados del cuadro 7 de:  Juan Almécija Bermúdez, La estrategia imperial británica en la Guayana Esequiba, Caracas, Universidad Andrés Bello, s/f, p. 61.

[3] Almécija Bermúdez, La estrategia imperial británica…,pp.  40.