LA CODICIA Y EL DESPOJO DE LA GUAYANA ESEQUIBA: lógica de primer orden en el contexto del imperialismo parasitario
1. Abstracto
Es demostrable que condiciones constantes, ocasionen multiplicidad de posibles predicados judicativos, dando forma molecular a conceptos, con cualidades unívocas. Las verdades con cualidades de valor real resultan difíciles de refutar.Estos principios de la lógica de primer orden tienen
aplicaciones específicas en la geopolítica colonial del siglo XIX, y su íntima
relación con la fenomenología de las emociones, por lo que son susceptibles de
objeto de conocimiento.
Emociones propias o inducidas, con esencialidades
unívocas de reiteración y fines teleológicos, tuvieron enormes consecuencias sobre
la Venezuela profunda, una nación cuya teogonía proviene de la Guayana sin costuras
ni remiendos.
Algunas de las constantes emocionales consideradas, fueron
las siguientes:
1. La codicia.
2. La íntima relación entre las expectativas personales y las creencias colectivas.
3.
La propaganda sobredimensionada
intencionalmente.
Los conceptos de máxima predicación que utilizaremos
están relacionados con las consecuencias de la multiplicidad de juicios, creados
a partir de la codicia y la manipulación.
Para hacer menos complicado el tema: el descubrimiento
de placeres auríferos en la Guayana del siglo XIX, produjo unas sobredimensionadas
expectativas, una codicia sin frenos morales, y unas consecuencias que aún
enfrentamos.
El producto de esta intencionalidad con fines especulativos
incidió en las cadenas causales de eventos políticos y militares en un muy
amplio porcentaje, pues por un detalle nada casual, buena parte de los
inversores, promotores y empresarios mineros, fueron invariablemente,
importantes miembros del gobierno británico, y porque no decirlo, de su homónimo
venezolano. Un grave conflicto de intereses, una muestra evidente de opacidad
ética, y de postergación de la teleología del Estado en propio beneficio.
En pocas palabras, las pérdidas territoriales en la
Guayana Esequiba estuvieron atadas a los fines privados de hombres públicos,
tanto del gobierno británico como del venezolano.
En el caso de Gran Bretaña, entendemos por hombres
públicos: nobles, parlamentarios, militares de alto rango. En la contraparte
venezolana: presidentes, militares, gobernadores y familiares con privilegios comerciales.
Emociones como la codicia, tienen como esencialidad en
los documentos analizados, la reiteración en el insatisfecho afán de poseer,
medible como número natural en los documentos históricos, lo que le otorga
valor de verdad.
Uno de los aspectos más llamativos del laudo arbitral
del 3 de octubre de 1899, es que nuestro país exhibió unos títulos irrefutables,
y unos muy sólidos argumentos que le habrían dado la razón, lo que dice de lo
que somos capaces. Todo ello queda opacado cuando entendemos cuál fue el fondo
de la cuestión.
Por otra parte, sabemos que los argumentos británicos en
el proceso arbitral se fundamentaron en la prescripción adversa y las
iniciativas privadas en territorios sujetos a disputa, como títulos valederos
de posesión y dominación política, algo que podría haber perdido su eficacia,
si nuestros gobernantes no se hubieran conducido, como bodegueros de poca monta.